Seda

La seda es una fibra de la que se compone el capullo que cubre al gusano de seda, valiosa por su uso en tejidos de alta calidad y otros productos textiles. Científicamente, el gusano de seda es de hecho una oruga y no un gusano. Aunque muchos insectos se envuelven en capullos de fibra. Sólo los de la mariposa de la seda de las moráceas, Bombyx mori, y los de otras pocas especies próximas se emplean en la industria de la seda.

La sericultura, o cría del gusano de seda, implica la incubación de los diminutos huevos de la mariposa de la seda hasta que se transforman en gusanos. Cuando salen del huevo se ponen bajo una capa de gasa. Durante seis semanas los gusanos comen, de modo casi continuo, hojas de morera finamente picadas.

Al final de este periodo, están listos para elaborar sus capullos y entonces se introducen ramas de árboles y arbustos en los criaderos. Los gusanos suben a las ramas y fabrican el capullo con un único hilo continuo, proceso que dura alrededor de ocho días. La cantidad de seda utilizable en cada capullo es pequeña, por lo que son necesarios alrededor de 5.500 gusanos para producir 1 kg de seda cruda.

Una vez recogidos los capullos enteros, el primer paso de la fabricación de la seda consiste en eliminar los insectos que hay en su interior. Así, pues, los capullos se hierven o se tratan en hornos, lo que mata a los insectos por efecto del calor. La fibra de seda se obtiene de los capullos mediante un delicado proceso llamado devanado o hiladura.

Se exponen al vapor de agua hirviendo para disolver la sustancia gomosa que fija el filamento. A continuación, se unen y enrollan los filamentos de entre cuatro y ocho capullos, y se combinan con una serie de filamentos similares para dar lugar a un hilo que se recoge en una bobina. Cuando se completa el devanado de cada capullo, se sustituye con otro. El hilo resultante, llamado seda cruda, normalmente está formado por 48 fibras individuales de seda. El hilo es continuo y, al contrario de lo que ocurre con los hilos de otras fibras naturales, como el algodón y la lana, está compuesto por fibras muy largas.

Los capullos dañados por la salida de la mariposa, necesaria para la reproducción de los gusanos; la parte exterior y áspera del capullo, que se elimina antes de la hiladura, y la parte interna del capullo, que queda tras el devanado de la seda cruda, se mezclan para producir una seda de baja calidad con la que se fabrica la hilaza.

El siguiente paso en la elaboración de la seda es enrollar dos o más hilos de seda cruda para obtener un hilo suficientemente resistente como para confeccionar telas o hacer punto o ganchillo. Este procedimiento recibe el nombre de torcer.

Así, pueden producirse cuatro tipos diferentes de hilo de seda: organín o torzal de seda, crepé, hilo de trama y torcidos sencillos.

El torzal se fabrica dando al hilo de seda cruda un giro preliminar en una dirección y después enrollando dos de estos hilos entre sí en dirección contraria en una proporción de unas 4 vueltas por centímetro. El crepé es similar pero más enrollado, normalmente entre 16 y 32 vueltas por centímetro. El hilo de trama se elabora torciendo en una dirección dos o más hilos de seda cruda, con 8 a 12 vueltas por centímetro.

Los torcidos sencillos son hilos individuales de seda cruda que se tuercen en una dirección; el número de vueltas depende de la calidad de hilo que se desee obtener. En general, el torzal se usa para la urdimbre de las telas, mientras que el hilo de trama, como su nombre indica, para la trama o para relleno. El hilo de crepé se emplea en la elaboración de las típicas telas arrugadas y el hilo único para tejidos transparentes.

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