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Javier Fernández Aguado

'Todos necesitamos estímulo en el trabajo'

Es uno de los mayores expertos de gestión en España. Forma cada año a más de 10.000 directivos en todo el mundo. Y ha publicado más de 30 libros sobre estilos de dirección, felicidad y soledad en la empresa.

Pensador y uno de los mayores expertos en gobierno de personas y organizaciones. Javier Fernández Aguado, madrileño, de 44 años, ha pasado toda su carrera profesional dedicado al estudio de la empresa, primero como alto directivo y después como empresario. En la actualidad preside MindValue, una consultora especializada en proyectos para la alta dirección, y es miembro del exclusivo club que reúne a los diez mayores expertos españoles en estilos de dirección.

En Fundamentos de la organización de empresas, hace un repaso a la historia de la gestión empresarial; ¿cómo ha evolucionado y en qué ha mejorado a lo largo de estos años?

Muchos han sido los aspectos de mejora en el gobierno de personas y organizaciones. Desde la vieja consideración de las personas como mero instrumento, a modo de tornillo, hasta las propuestas de atender a la dignidad plena de la persona, hay un largo trecho. Que hoy en día estemos hablando de conciliación de vida familiar y profesional me parece, por poner un ejemplo, una cima estupenda tras un proceso complicado. Mucho queda por hacer, pero el punto de partida es estupendo.

'Por mucho que se desarrollen sistemas de control, lo mejor de cada uno no puede extraerse por la fuerza'

¿Cómo ha evolucionado la alta dirección?, ¿qué radiografía haría?

La formación de los altos directivos ha ido mejorando en las últimas décadas. El primer Who is who fue publicado en Madrid a finales del siglo XIX. De hecho, sólo conozco de la existencia de un único ejemplar, que manejé hace algunos años con ocasión de un estudio sobre la formación empresarial y directiva en España en los siglos XIX y XX. En aquel momento, los directivos de empresas en la capital de España no tenían prácticamente ninguna formación. Muy pocos eran licenciados y sólo unos cuantos más tenían estudios de Bachillerato. En la actualidad, por el contrario, un alto porcentaje son graduados y bastantes cuentan con estudios específicos de posgrado en escuelas de negocios nacionales o extranjeras.

Usted, que dedica buena parte de su tiempo a la formación de directivos (forma cada año a más de 10.000, a los dos lados del Atlántico), ¿qué principales carencias cree que tienen?

La persona es un ser abierto siempre a la novedad. Por eso, no considero que sea posible definir un sistema perfecto e insuperable de formación directiva. Lo que ayer era revolucionario, hoy es rutinario y mañana probablemente resultará obsoleto. Tenemos que retarnos de continuo. Los contenidos cambian y las formas deben ir transformándose también. En ocasiones, se confunde formación con la transmisión rutinaria de ideas o técnicas. æpermil;stas son necesarias, pero la verdadera formación, la que precisa fundamentalmente un alto directivo, es la que le proporcione la capacidad de reinventar el mundo y de reinventarse a sí mismo dentro de ese mundo. Y eso no una sola vez, sino muchas. Esto supone implicarse en el estudio de cuestiones antropológicas y filosóficas, no meramente instrumentales. æpermil;stas, como el valor en los toreros, hay que darlas por supuestas.

La falta de productividad afecta a la competitividad de las empresas, ¿cuál cree que es el problema?

Son múltiples las causas. Por ejemplo, la falta de motivación y de compromiso. La mayor potencialidad de la empresa se encuentra en las personas. Por mucho que se desarrollen sistemas de control, lo mejor de cada uno no puede extraerse por la fuerza.

¿Cómo se puede incrementar o mejorar la calidad de las habilidades de los profesionales españoles?

Hay que señalar que la calidad de los directivos españoles es buena en términos generales. Los directivos españoles cuentan con ventajas competitivas, como la flexibilidad y adaptabilidad al cambio, frente a los de otros países. Por el contrario, deben seguir mejorando en otras como el rigor, sostenibilidad del esfuerzo y capacidad empática.

El ministro Jordi Sevilla acaba de poner en tela de juicio la eficacia de los funcionarios de la Administración pública y ha anunciado un anteproyecto del Estatuto del Empleado Público, ¿qué le parece esta iniciativa?

Es una cuestión tan relevante como complicada. En ocasiones he dicho a los directivos de alguna empresa: ustedes tienen una gran suerte, pueden despedirles. Quiero decir con esto que las estructuras nos ayudan o nos dañan. Un modo de dañar en una organización es ni premiar ni castigar. Todos necesitamos estímulo para nuestro trabajo, algunos serán positivos y otros negativos. El carácter retroactivo de esa propuesta me parece implanteable; pero si, a partir de un momento, se marcan nuevas reglas de juego, creo que todos saldremos ganando, empezando por los funcionarios que se incorporen con esas nuevas normas.

Estilo de gestión.La felicidad y el valor de una sonrisa en la empresa

Las empresas, se quiera o no, están compuestas de personas. Y todos, según explica Javier Fernández Aguado, 'precisamos en último término de comprendernos y de avanzar hacia los objetivos que nos son imprescindibles'. Uno de ellos es la felicidad. Otro, la soledad; 'si es aislante, nos distancia de los demás y nos impide la felicidad, que reclama siempre diálogo, aunque no de forma ininterrumpida, con otras personas'. Y añade que en el diálogo aprendemos. 'La felicidad reclama también esa humildad para permanecer siempre en actitud de aprendizaje'.Fernández Aguado siempre hace referencia a los clásicos, a los griegos.'Los anglosajones disponen de eficaces modelos de gestión, muy pragmáticos, y se centran en la permanente obsesión de medirlo todo. No estoy de acuerdo con la expresión de que lo que no se puede medir no se puede gobernar. Hay muchas realidades que es preciso liderar y sin embargo no es posible contabilizarlas de manera matemática o estadística', explica este consultor, que añade: '¿Cuánto vale una buena cara en una oficina bancaria?, ¿cómo se valora una disposición de agradar de un bedel en un ministerio?, ¿y en la Agencia Tributaria? La Madre Teresa se refería a esta cuestión desde otro ángulo cuando afirmaba: 'Jamás seré capaz de comprender todo el bien que puede hacer una sonrisa'.En este sentido, agrega que algunas propuestas europeas, y más en concreto modelos que hemos desarrollado algunos pensadores en España, procuran tener en cuenta, de un lado, las aportaciones anglosajonas, pero completadas por el más delicado respeto a la dignidad de la persona. Sobre esta cuestión, las culturas griega, romana y cristiana tienen mucho que decir. Renunciar a nuestras raíces, sería condenarnos', afirma Fernández Aguado.

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